Manolo Escobar: Un ídolo que enamoró a toda España
Manolo Escobar no solo fue un cantante excepcional, sino un auténtico fenómeno cultural que conquistó el corazón de miles de mujeres en España. En el documental Lazos de sangre se revelan aspectos más personales del artista, mostrando al hombre detrás del ídolo: un esposo profundamente enamorado de su Anita, con quien vivió una historia digna de un cuento de hadas, y un padre generoso y comprensivo con su hija Vanessa. Sin embargo, más allá de su vida personal, Escobar será recordado como un cantante inigualable, capaz de entregarse al máximo a su público, incluso en las circunstancias más adversas.
Unos inicios llenos de retos
Antes de convertirse en una estrella, Manolo Escobar tuvo que enfrentarse a una vida llena de trabajos humildes. Fue auxiliar de correos, albañil y desempeñó otros oficios. Sin embargo, su pasión por el canto era imparable. Incluso mientras trabajaba, no dejaba de cantar, aunque esto provocara las reprimendas de sus superiores, quienes consideraban que distraía a sus compañeros. Finalmente, decidió apostar todo por la música, a pesar de las dudas de su madre, quien lo consideraba una locura. Su padre, en cambio, apoyó la decisión desde el principio, alentando a Manolo y a sus hermanos a seguir sus sueños musicales.
La carrera de Manolo comenzó en la Costa Brava, donde actuaba junto a sus hermanos. Poco después, el célebre cantante Juanito Valderrama lo descubrió, iniciando así una entrañable amistad entre ambos que marcaría la trayectoria de Escobar.
El despegue de una leyenda
En 1961, Manolo Escobar debutó con su propio espectáculo, Canta Manolo Escobar, en el Teatro Duque de Rivas de Córdoba. Este fue el inicio de una carrera meteórica que lo convertiría en un auténtico ídolo de masas. Sus conciertos se llenaban de espectadores, y sus discos se vendían por miles. Su primer gran éxito, El Porompompero, sigue siendo reconocido por generaciones en toda España.
Entre sus discos, Y viva España destacó como el más vendido. Este álbum incluye la famosa canción homónima, que se convirtió en un himno no oficial para las celebraciones deportivas del país.
Una estrella cercana y generosa
Aunque Manolo Escobar alcanzó un éxito arrollador, nunca perdió su humildad ni su conexión con el público. Amaba la música por encima de todo, y no era extraño verlo cantar junto a otros artistas de forma altruista, simplemente por el placer de subirse al escenario.
Lo que realmente lo distinguía era el cariño incondicional que recibía de sus seguidores. Después de cada concierto, dedicaba horas a firmar fotografías en su camerino, mientras otros artistas celebraban con cenas y festejos. Este gesto era una muestra de su aprecio hacia las personas que lo seguían con devoción.
La mayoría de sus seguidores eran mujeres, cautivadas por su porte elegante, su sonrisa seductora y su carisma inigualable. Incluso con el paso de los años, nunca perdió esa aura que lo hacía irresistible.
Un amor inquebrantable
A pesar de su éxito y de la atención que recibía de mujeres de todo tipo, Manolo Escobar siempre mantuvo su fidelidad hacia Anita, el gran amor de su vida. Concha Velasco llegó a preguntar a Anita si sentía celos al verlo rodeado de actrices y admiradoras. Anita respondió con tranquilidad: “No, porque al final del día, duerme conmigo”.
Sin embargo, no faltaron anécdotas curiosas. En una ocasión, mientras almorzaban en un restaurante, una mujer se acercó a Anita y le pidió prestado a Manolo “una hora y media”. La petición fue rechazada, pero el episodio quedó como una divertida historia que refleja el impacto que Manolo tenía en las mujeres.
Un legado imborrable
Manolo Escobar no solo dejó un legado musical excepcional, sino también un ejemplo de cercanía y generosidad. Su figura sigue viva en el recuerdo de todos aquellos que disfrutaron de su música, su arte y su personalidad única. Fue más que un cantante: un símbolo de pasión y dedicación que marcó para siempre la historia de la música en España.