El regreso a Pandora: Primeras impresiones de Avatar: Fire and Ash y la consolidación de un legado

La espera ha terminado para los seguidores de la franquicia más ambiciosa de James Cameron. La tercera entrega de la saga, titulada Avatar: Fire and Ash, ha hecho su aparición y las reacciones iniciales ya están inundando las redes y los medios especializados. Esta nueva epopeya de ciencia ficción, que toma el relevo de Avatar: El sentido del agua (2022), ha dejado boquiabiertos a los espectadores gracias a un apartado visual que muchos califican de deslumbrante, reafirmando el dominio técnico del director en el género.

Un elenco estelar y una producción de altura

Bajo el sello de Lightstorm Entertainment y con la distribución global de 20th Century Studios, la cinta no solo promete espectáculo, sino continuidad narrativa. El filme recupera a las grandes estrellas que han definido la historia durante más de una década: Sam Worthington, Zoe Saldaña, Stephen Lang, Sigourney Weaver y la incorporación de Kate Winslet, entre otros, vuelven a dar vida a los personajes que habitan el complejo universo de Pandora. Es la culminación de un plan que Cameron ya vislumbraba en 2006, incluso antes de que la primera película viera la luz, y que se oficializó en 2010 tras el éxito masivo del filme original, expandiéndose finalmente a un proyecto de cuatro secuelas respaldadas por una tecnología de efectos visuales sin precedentes.

El origen del fenómeno

Para comprender la magnitud de este estreno, es necesario echar la vista atrás hacia aquel 15 de diciembre de 2009, fecha en la que el cine cambió para siempre. La primera entrega de Avatar, una coproducción entre Estados Unidos y el Reino Unido, contó con un presupuesto de 237 millones de dólares, una cifra que palidece ante su recaudación histórica de más de 2.923 millones. Aquella cinta nos trasladó al año 2154 para presentarnos a Jake Sully, un exmarine en silla de ruedas enviado al planeta Pandora.

La premisa que cautivó al mundo

En aquel entorno hostil y maravilloso, se había desarrollado el programa Avatar, una iniciativa científica que permitía a los seres humanos controlar remotamente cuerpos biológicos con la genética de la especie nativa. La trama, que sigue resonando en las nuevas entregas, planteaba el dilema moral de Sully, quien pronto se vio en una encrucijada vital: obedecer las órdenes de sus superiores militares o defender ese nuevo mundo que le había acogido y que, con el tiempo, comenzó a sentir como propio. Ahora, con Fire and Ash, esa lucha y la exploración de Pandora continúan expandiéndose, demostrando que la visión de Cameron sigue tan vigente como el primer día.